lunes, 9 de mayo de 2011

Asamblea Nacional de Cámaras de Comercio

Entre los días 20 y 27 de noviembre de 1898 se celebró en Zaragoza la primera Asamblea de Cámaras de Comercio españolas, con representación de treinta y tres entidades de las cuarenta y cinco existentes (algunas de las ausentes enviaron telegrama de adhesión), convocada por Basilio Paraíso a propuesta de la Cámara de Cartagena. Los representantes de la de Zaragoza fueron: Paraíso, García Gil, José López y Ramón Pueyo.
El reciente desastre colonial español en Cuba y el oscuro futuro que al país se le presentaba si se seguía persistiendo en la vieja política de la Restauración, fue el principal motivo que impulsó esta Asamblea. Por ello, hay que incluir la iniciativa en el contexto regeneracionista que desde hacía algunos años vivía España. La Cámara de Comercio de Cartagena propuso un cuestionario base de la discusión que fue enviado a las cámaras y publicado en la prensa española. En él se expresaba la necesidad de recuperar el verdadero sentido del sufragio universal a través de la formación del pueblo, la erradicación del caciquismo y de la creación de las condiciones para que los jueces pudieran aplicar la ley con libertad. Pero ello exigiría, seguía el documento, una reorganización profunda del Estado. Tal reorganización, a fin de su estudio, podía abarcar tres aspectos básicos: la moralidad administrativa, la normalidad financiera y el fomento de la riqueza nacional.
En la sesión inaugural, abarrotada de público, aunque sin la presencia de representaciones oficiales como el capitán general y el gobernador civil, habló Paraíso, presidente de la Asamblea, para negar el carácter político del acontecimiento, en cuanto que no debería perseguirse alineación partidista, aunque sí controlar la política y los políticos del desastre; según Basilio Paraíso, la Asamblea debería sentar las bases para regenerar el país. No pudo seguirse el esquema de trabajo presentado por la Cámara de Cartagena ya que hubieron de unificarse los proyectos que todas las cámaras presentaron. Así, se dividió el trabajo en cinco sectores o subcomisiones: «Reorganización política y administrativa», «Hacienda», «Fomento», «Justicia» y «Guerra y Marina».
Las conclusiones a que llegaron los participantes en cada sección fueron, en general, las ya propuestas por la Cámara de Cartagena, que, en definitiva, se basaban en planteamientos anteriores regeneracionistas, como los de Costa o Lucas Mallada. He aquí algunas de aquéllas: «Régimen electoral sinceramente practicado... sustituyendo al actual sistema la representación por clases, incluso la obrera»; descentralización económica y administrativa para los municipios; posibilidad de que las provincias pudieran formar agrupaciones, si así lo acordasen las diputaciones; elección de los alcaldes por los ayuntamientos. Se señalaron incompatibilidades para desempeñar cargos representativos, y se propuso la supresión del Ministerio de Ultramar y la creación de uno de Agricultura, Industria y Comercio.
Entre las conclusiones de la sección de Hacienda: conocimiento de la real situación de la Hacienda española; «estimular la declaración exacta de la riqueza inmueble e industrial»; y se exigía la reducción del gasto público «al límite». En la sección de Fomento se pedía la «efectividad del precepto de la enseñanza elemental, gratuita y obligatoria», transformándola en una instrucción positiva y práctica. Se pedía la reducción de universidades y la creación de escuelas técnicas y de comercio. Se hacía especial hincapié en la capitalización de la agricultura con medidas como la construcción de obras para regadíos y el establecimiento de sistemas de crédito para los agricultores. En Justicia, entre otras cosas, se pedía la reorganización de la carrera. En Guerra y Marina se exigía el servicio militar obligatorio y la refundición del Ministerio de Guerra y Marina en uno solo.
Las conclusiones fueron entregadas por Paraíso a la reina regente. Representaban las aspiraciones de una pequeña y media burguesía, industriales y comerciantes que no terminaban de desarrollar con la vieja oligarquía y la gran burguesía en el poder. Un año más tarde se celebraría la Segunda Asamblea, en Valladolid, donde se plantearía de forma más radical la posibilidad de convertirla en una organización política, como así ocurrió en unión con la Liga Nacional de Productores capitaneada por Joaquín Costa. El partido resultante de esa fusión fue la Unión Nacional, de muy corta existencia. Paraíso, Costa y Alba fueron sus cabezas más notables.

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